Hoy decidí caminar de la mano (o correteando a mi Bruno).
Al salir me encontré con un hermoso atardecer.
Todos se quejan de Hermosillo: por el calor, por ser un rancho, que no tiene metro, que no tiene esos museos, esas construcciones enormes, esas exposiciones o esos interminables bares de una gran ciudad.
Pero lo que no se han percatado es, de esos pequeños placeres que con una gran ciudad de enormes edificios y un chingo de gente, con un chingo de lugares a donde ir y donde estar distraídos, no pueden tomarse unos momentos para voltear al frente y observar las más bellas combinaciones de colores con sus formas únicas que generan las nubes y la presencia de un sol inmenso.
Hoy he sentido la satisfacción de estar en esta ciudad del sol.
3 comentarios:
Completamente de acuerdo. Vivir en un rancho tiene sus ventajas. Esos atardeceres seguro influyen en nosotros, nos llenan de luz, nos regalan el espacio, nos vuelven amplios y coloridos y ni nos damos cuenta.
nunca nos damos tiempo ni de eso ni de otras cosas tan secillas.
besos amorosos abrazos afectuosos
:D
tenemos atardeceres que no se ven en otras partes=) ya lo descubri tambien ..
hermosillo es hermoso
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